jueves, 8 de septiembre de 2016

A LA CAZA DE LO POPULAR - Por Peraita


No es un error. No es una seguidilla de errores. No es que “están aprendiendo”. Simplemente es la faceta nacional de la avanzada neoliberal que vuelve a Latinoamérica. Ya sea de forma democrática o cuasigolpista, bregando por referendos revocatorios hasta pasando por cualquier artilugio que les permita volver a hacerse de un gobierno. Sin lugar a dudas, cambiamos.

Siendo Brasil el último ejemplo de la restauración neoliberal en América Latina con el impeachment y posterior destitución de la presidenta electa hace menos de dos años, la región hace varios años que viene sintiendo el rigor de estas intentonas. Desde los golpes de estado exitosos deponiendo a Zelaya en Honduras y Lugo en Paraguay, fallidos en Ecuador y Bolivia, y la gravísima situación venezolana, ahora tenemos la deposición de Dilma Rousseff mediante un fantoche jurídico-institucional que valora más el voto de 61 senadores que la voluntad de millones de brasileños. En Argentina, el neoliberalismo ganó en las urnas pero, de igual manera, es claro que los gobiernos de la región están dejando atrás una época integracionista y de desarrollo para ir a la caza de lo popular.
Es necesario aclarar que “lo popular”, para quien le disguste el término o no le haya dedicado tiempo para comprenderlo, no es un partido político, no se circunscribe a la peyorativa rotulación de “choripanero”, ni nada por el estilo: lo popular sos vos. Lo popular es la ciudadanía que no tiene cuentas offshore, que no lava plata ni hace lo imposible para evadir tributar, que no está capitalizada en dólares y está forzando devaluaciones para tener ganancias de magnitudes grotescas. Lo popular es la clase trabajadora de un país que viniendo de la paliza noventera a la clase media y después de varios años de ascenso social, está viendo cómo las conquistas alcanzadas que la habían beneficiado supuestamente no las merece. No merece calefaccionarse en invierno. No merece comprarse un auto, un aire acondicionado, tener un celular, vacacionar, etc. Por lo visto, todo eso era una “ilusión” y ahora es tiempo despertar..

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A casi diez meses de la asunción de Macri en el ejecutivo nacional, la propuesta política de este gobierno es, ni más ni menos, que un ajuste. Sólo para esto buscaban la presidencia. No es sorpresa para los que fuimos acusados de cometer “campañas del miedo” cuando en las primeras dos semanas en el poder anunciaron:
·         Liberalización de importaciones.
·         Quita de retenciones para el campo y exportadores.
·         Devaluación de casi un 50% de la moneda.
·         Quita de subsidios, bajo el mentado rótulo de “sinceramiento”.
A esto le continuó la campaña de la “pesada herencia” para hacer un círculo completo de sentido, pero en realidad son estas medidas las que dan una vuelta de campana a la matriz productiva de un país. Porque detrás de la liberalización de importaciones hay una estocada fatal a las medianas y pequeñas empresas que no pueden competir con productos de economías extranjeras; detrás de la quita de retenciones, además de una grosera distribución regresiva de la riqueza beneficiando a sectores que demasiados beneficios ya tienen –y llevan a cabo una actividad con mínimo valor agregado-, hay una desfinanciación monumental del estado que deja de percibir miles de millones de pesos que no se vuelcan al mercado en igual cuantía (que las Toyota Hilux hayan pasado a ser el vehículo más vendido no alcanza); la devaluación fue hecha para asignar “competitividad” al sector empresarial (léase “abaratamiento de la mano de obra” puesto que en la estructura de costos de una empresa los salarios son medidos en dólares para ser comparado con otros países) pero esta puede considerarse “exitosa” cuando le gana a la inflación, cosa que no ha pasado. En cuanto a la quita de subsidios, que tenga que interceder la corte suprema de justicia para dictaminar la ilegitimidad y desproporción de esta política hace que sobren las palabras (aunque en el fallo de la luz, considerado favorable para el gobierno, no se haya declarado sobre la cuestión de fondo).

Todo esto está dirigido a frenar la inflación por un decrecimiento en el consumo y, al mismo tiempo, una baja en la emisión monetaria (lo único que un neoliberal sabe ver). Porque un neoliberal no puede idear soluciones que no impliquen el despido de personal, lo que dan a llamar como “políticas de austeridad” o la búsqueda de la “eficiencia”. Todas estas son formas de encogimiento del estado. Volverlo a hacer bobo. Que no llegue donde es deber del estado llegar.
Lo que este gobierno no alcanza a ver es que los asalariados organizados no se pueden permitir negociar a la baja en paritarias, volver a entrar en el doble dígito de desocupación ni admitir la incipiente construcción de un ejército de reserva que socavará el poder de negociación de los gremios. Es el estado el que está poniendo el ejemplo al empresariado de que la solución es despedir empleados, fue este gobierno el que frenó una ley antidespidos, y es esta administración la que está sentando las condiciones para una flexibilización laboral.
No hay que mirar para otro lado. Se intenta dejar atrás la política de defensa de los derechos del empleado/obrero (parte más débil de la relación laboral) para pasar a una de “atracción de inversiones” en la cual tus derechos pasan a ser adornos. Lo demostraron haciendo un acuerdo con una cadena de comidas rápidas para negrear jóvenes por $5000 máximo. Lo demuestran con el plan de empleo joven que propone exenciones impositivas para quien emplee personas menores a 25 años cuando está demostrado que esa medida nunca dio resultado.
Para esto le pagaron a los fondos buitres. Para esto lanzan blanqueos revistiéndolos como “reparaciones históricas a los jubilados”. Los dólares que tanto espera este gobierno que lleguen no traerán el “empleo de calidad” que tanto proclaman. La “vuelta al mundo” de la Argentina es de rodillas.

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Por otro lado, llama poderosamente la atención el nivel de violencia en la retórica del nuevo gobierno llamando “ñoquis”, “grasa militante” y “vagos” a miles de despedidos en el sector público nacional. Cabe preguntarse, ¿cómo se puede alcanzar la prometida “unión nacional” si los que ganaron muestran tan poca grandeza?, ¿si no demuestran solidaridad con los tantísimos despidos por cuestiones políticas que se vienen dando en el último año?, ¿si al asumir demandaron que la expresidenta termine su mandato a las cero horas para que le otorgue la banda presidencial Pinedo?, ¿si Milagro Sala sigue presa sin juicio?, ¿si los indicadores de pobreza pasaron en tan sólo nueve meses del 26% a un 34%?, ¿si el derecho a manifestarse es trocado por un “protocolo antipiquete” y así “empujar” jubilados en Puente Pueyrredón?, ¿si el trabajo pasó de ser un derecho, a ser un costo?

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Crecientemente, las calles comienzan a hablar. Hablan con constancia y con verdad, decididas. Y no está de más recordar, como Tito Livio rehusaba aceptar, que la voz del Pueblo siempre será la voz de dios.


                                                                                                                PERAITA, 8-9-2016

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