Dos
Presentar la realidad en esferas
opuestas y cerradas implica la imposibilidad del pensamiento. El terreno de la
dualidad es el terreno de la ideología y, por lo tanto, el terreno de la
imposibilidad del pensamiento. El dualismo, para decirlo con Deleuze, impide el
pensamiento; siempre va a negar la esencia del pensamiento. En tanto proceso,
la actividad de pensamiento no puede darse tomando como premisas las formas
ideológicas de esterilización: Dos. Para decirlo con el mismo autor, la
ideología es el sistema de enunciados que corresponden a una organización del
poder.
En tal caso, el poder se estructura bajo
una ideología con dos tipos de enunciados distintos que se enfrentan en una
simulación discursiva. La ideología es una y consiste en presentar la realidad
dividida en dos esferas.
Hay un sistema de enunciados neoliberal
y otro sistema de enunciados anti-liberal. La estructura de poder se
corresponde no con uno u otro de los sistemas de enunciados, sino con los dos,
con la necesidad que tienen uno del otro.
Como representante del primer sistema de
enunciados podemos poner a Durán Barba. Basta leer sus columnas en el diario
perfil o su ensayo sobre “Estrategias de comunicación para gobiernos”. En ese
ensayo dice que “las ideologías y las visiones teóricas de la realidad ceden el
paso a una visión mucho más pragmática de la política”. Allí, adhiere a la
visión de la ideología como algo disociado de la práctica concreta de los
individuos. Pero esta, lejos de ser una posición des-ideologizante, es la
ideología misma del neoliberalismo. La creencia de que las prácticas de los
sujetos normales están separadas de su universo simbólico es, simplemente,
falsa. Propone que la ideología es una manipulación perversa del bando
contrario; por eso, el neoliberalismo no se reconoce portador de un sistema de
enunciados ideológicos. Se muestra anti-ideológico y no puede nombrar la
ideología en que se estructura el orden simbólico de poder. Es un entramado
discursivo que no puede explicitarse, no se nombra como tal.
Por otra parte, encontramos una visión
crítica al orden neoliberal. Esta sostiene que el Estado “interventor” es el
límite y la solución superadora de las políticas de libre-mercado. Sin embargo,
de nada sirve a los intereses de un pueblo un Estado interventor que facilita
el increíble aumento de la concentración de la riqueza en pocas manos. El
Estado puede cumplir un rol esencial, interviniendo para garantizar la
protección a grandes corporaciones transnacionales y nacionales. Ahora bien,
cualquiera de estos entramados de enunciados en que se estructura el poder, no
cuestiona una lógica de fondo. No permite discutir una problemática que les es
común.
Dos
no existe.
Darío Aranda (periodista argentino,
autor del libro Tierra Arrasada, del cual se extraen los siguientes datos) nos
dice que “la lucha contra el extractivismo no se trata sólo de una lucha
ambiental. Es una acción que cuestiona el paradigma de (supuesto) desarrollo,
interpela al poder político y económico y desnuda los límites conservadores de
la democracia actual”.
El principal motivo de desmonte, por
ejemplo, es el avance del modelo transgénico (fundamentalmente soja), que ya se
había iniciado durante el menemismo y que se profundiza en la década posterior.
“Si se computa el periodo 2004-2012, las topadoras arrasaron el equivalente a
124 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires”.
Otro ejemplo podría darlo la política
petrolífera seguida tanto por gobiernos con discurso liberal como con discurso
anti-liberal: YPF fue privatizada durante el gobierno menemista. En el año 2006
se aprobó la Ley 26.154 que amplió los beneficios impositivos que ya tenían las
empresas petroleras y gasíferas. “En política hidrocarburífera, los últimos
diez años fueron una consolidación y profundización del neoliberalismo de la
década del noventa” afirma Diego di Risio, del Observatorio Petrolero Sur.
Además, critica el curso que ha tomado la “estatización parcial”. Para agregar
un dato, “el acuerdo con Chevrón, de 2014, otorga numerosos beneficios a la
empresa. Entre otros, establece regalías del 12 por ciento, cuando Bolivia
cobra 50, Venezuela 30, Colombia 25, Canadá 20, Nigeria 19”.
Para pensar la política minera, se puede
partir del dato siguiente: “un anillo de oro pesa entre dos y tres gramos. Para
obtener ese lujo se dinamitó y trituró media tonelada de roca y se utilizaron
millones de litros de agua que permanecerán, por siempre, contaminadas con
ácidos”, dice Aranda. El menemismo sancionó la legalidad para el desarrollo de
la megaminería y “en la última década la minería fue uno de los sectores que
más creció en Argentina, en 2003 había sólo 40 proyectos mineros. En 2012 llegaban
a 600”. El problema de fondo no es el porcentaje de retenciones. Pero aun así,
téngase en cuenta que “en 2010 Minera Alumbrera dejó el 9,8 % de lo exportado.
El municipio de Andalgalá recibió en 2009 apenas el 0,27 % por lo que la
empresa extrajo de sus montañas”.
No existen dos esferas enfrentadas. Sólo
el entramado de enunciados en que se estructura el poder enhebra un esquema de
aparente dualidad para no dejarse pensar.
Después
de dos
No se puede tomar como parámetro de
progreso social y de felicidad personal la capacidad de la población de comprar
computadoras, televisores, autos, celulares y video juegos. El Estado
interventor que pretenda basar el progreso social en el aliento al consumo
interno de estos aparatos no se distingue de un gobierno neoliberal más que en
la capacidad de compra que la población tenga de ellos.
El antropólogo Marshal Sahilins en su
trabajo “Economía en la Edad de Piedra”, lleva a cabo un exhaustivo análisis
sobre sociedades originarias. Allí establece que una sociedad tiene dos maneas
de regular su economía con el fin de conseguir un equilibrio entre las
necesidades de un pueblo y las posibilidades de satisfacción de las mismas: aumentando
lo que produce o bajando las expectativas de consumo.
Las preguntas que dan lugar a pensar en
profundidad muchos de nuestros problemas tienen que estar, indudablemente, bajo
la órbita de la construcción de un proyecto de sociedad humana en donde se
redefinan hasta nuestras propias subjetividades. Incluso al punto de generar
una disciplina de consumo; la manera en que pensamos nuestras propias
felicidades, placeres, hábitos cotidianos.
El mundo no está ahí para satisfacer
nuestro deseo de consumo. Los enunciados en que se estructura el poder motivan
la idea (les es inherente) de que la naturaleza está ahí para ser explotada
para satisfacción de los caprichos humanos. Sin embargo, estos parten de deseos
creados, por subjetividades objetivadas, para individuos hechos a medida de las
necesidades del mercado.
La objetivación del mundo y la idolatría
de la técnica requieren la generación no ya de consumidores, sino de consumistas.
La producción para el mercado, propia del capitalismo, necesita consumistas.
Dependiendo de los ciclos económicos necesitará que devengan o no consumidores.
Una persona no deja de ser consumista por no tener capacidad de compra, es
decir, por la pérdida de su poder adquisitivo: sólo deja de ser consumidor.
Pero Heidegger ya advertía en
“Serenidad” que “La naturaleza se convierte en una única y gigantesca ‘estación
de servicio’, en fuente de energía para la técnica y la industria modernas.
Esta relación fundamentalmente técnica del hombre con el universo surgió
primero en el siglo XVII, y ello en Europa y sólo en Europa. Y permaneció
oculta por largo tiempo a las otras partes del globo. Era totalmente ajena a
las anteriores edades y destinos de los pueblos”.
Ninguno de los sistemas de enunciados
(envasados, listos para su adquisición a-crítica en el mercado de consumo),
permite pensar a partir de nuevos interrogantes. Para esto, es necesario el
pensamiento reflexivo, no ya el pensamiento técnico del que se jacta, por
ejemplo, el mismo Durán Barba.
¿Es posible pensar un sistema educativo
que, en lugar de generar consumidores, cree personas con capacidad de
pensamiento reflexivo? ¿Qué posibilidades reales existen de promover fuentes de
abastecimiento energético renovable, no contaminante? ¿Cómo ponerle fin a los
desmontes para ampliar el monocultivo de comodities? Sólo ejemplos de lo que
podría ser pensable, siempre por fuera, claro, de las encerronas de la
ideología.
Qué interesante, Lucio. Dispara el pensamiento "No existen dos esferas enfrentadas. Sólo el entramado de enunciados en que se estructura el poder enhebra un esquema de aparente dualidad para no dejarse pensar."El mundo está ahí, para cuestiones más profundas que consumir. Debe dejar de ser esa "estación de servicio". Qué extremadamente difícil es salir de estas esferas para poder pensar y generar pensamiento, para poder educar contra la corriente, las estructuras enquistadas, la publicidad obscena que hasta ha llegado a decir que para ser hombre es necesario tener tal auto, o incitar el consumo con tarjeta tras los tristes pasos de una compradora compulsiva, por ejemplo. Alcanzarán las futuras generaciones la salida, que evidentemente no es por los caminos recorridos? Tal vez algo que tenga que ver con comunidades más pequeñas, aldeanas, solidarias, que respeten la tierra y sus recursos... Celebro este nuevo espacio de reflexión, felicitaciones por la iniciativa de la Comisión.
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