Poco
ha, que el 12 de octubre -centro neurálgico de disputas semánticas- se esfumó
del almanaque; consigo también, van las reflexiones.
Cierto acostumbramiento a
debatir según la agenda impuesta por los mass
media –como los nomina Guattari en “Caosmosis”- condiciona fuertemente,
sesga, o hasta imposibilita la refundación histórica del sujeto.
La vertiginosidad con la
que el sujeto construye su temporalidad existencial, cual cúmulo de instantes
vacíos y homogéneos a espectacularizar, hace que, de alguna manera cuasi totalizante,
el ser se encuentre imposibilitado de constituirse en tanto sujeto histórico.
Preguntarnos entonces no
ya cómo pensamos el 12 de Octubre, bajo qué categorías que con cierto aire kantiano
trascendental le brindan al sujeto una cuota de tranquilidad epistémica; sino:
Cómo, de qué manera, bajo qué formas
aquel etno-genocidio acontecido hace poco más de medio milenio sigue matando en nosotros y, por sobre todas las cosas, a Nuestra Tierra; deviene necesario.
Juan Bautista Alberdi,
unos de los mentores de la Constitución Nacional, materializó –el lenguaje se
hace carne- la siguiente frase bajo el signo “Civilización o Barbarie”: “Tomad
a todos los gauchos de la pampa,
educadlos durante cien años, y nunca llegarán a ser lo que es un obrero Inglés”.
Si se cita
beneplácitamente el preámbulo de la Constitución, donde yace que todo ciudadano del mundo puede habitar el
suelo argentino, nos “olvidamos” de que la ciudadanía gestada bajo los símbolos
de “Libertad”, “Fraternidad” e “Igualdad” paridos por la Revolución Francesa,
solo eran derechos del Hombre blanco y
europeo; ellos eran los ciudadanos del mundo y, solo ellos. Ellas no. Como
también, nos “olvidamos”, de que fue
La Revolución Haitiana conducida por esclavos libertadores, la que no solo
expulsó de sus tierras al ejército napoleónico, sino que además, obligó a la
Revolución Francesa a dar el paso hacia la abolición total de la esclavitud.
Si solo ponemos el foco en
el problema en tanto problema categórico
-con todo lo que ello implica- caeríamos en un excesivo posmodernismo en el que el sujeto se
pierde inmerso en, siendo un producto de, la textualidad deconstruida, o, a deconstruir.
Un lector presuroso nos
podría, de manera presurosa también, objetar que: “Es mucho mejor hablar del
“Día de la Diversidad Cultural” y no del “Día de la Raza”…” No se trata, por lo
menos no lo pensamos en esos términos, de si es “mejor” o “peor”; las
oposiciones binarias irreductibles no son las más adecuadas para la reflexión.
El artículo “Lo dual ideológico como forma de lo no pensable” de Lucio, con
quién problematizaremos en las líneas venideras, da cuenta de ello. Decíamos
entonces que no se trata de si es “mejor” o “peor”, sino de reflexionar sobre
la necesariedad de una nueva cosmovisión, de crear una nueva forma de relación entre el ser y la
Tierra -puesto que en ella el ser es-
que no se logrará nunca a la saga de la holgura del capital.
Frederic Jameson en su obra “Posmodernismo o Lógica funcional del capitalismo avanzado” da
cuenta, en consonancia dialéctica con Lenin y su “Imperialismo. Fase superior
del capitalismo”, que la “diversidad cultural” entendida como la pura textualidad que produce subjetividades,
donde el sujeto particular y concreto yace desbordado de narrativas que lo
vuelven prescindible, es la lógica
funcional del capitalismo avanzado ¿Por qué? Pues, la Multiculturalidad en
tanto categoría, en tanto pura textualidad, sin sujeto, lleva inscripto dentro
de sí el Etnocidio; lo legitima en pos de la mundialización de la lógica del
capital, en pos de la maximización del plus valor. Detrás de la bonita,
“permisiva” y “tolerante” (dentro de estos significantes yacen la propiedad
privada y la total homogeneización del sujeto) cara del multiculturalismo se
encuentran un niño en Malasia produciendo zapatillas Nike en condiciones poco,
o nada humanas, y un Río en San Juan totalmente contaminado por cianuro. “Jamás
se ha dado un documento de cultura sin que lo sea a la vez de barbarie”
sentencia Walter Benjamin en su “Tesis de Filosofía de la Historia”
Lejos estamos de por solo
nominar al 12 de Octubre en tanto “Día de la Diversidad Cultural” construir
cultura contra-hegemónica en un sentido gramsicano. Solo estamos yendo a la
saga de la holgura del capital; con su
tiempo, que no es el de Vida, y en su lógica funcional, que no es la de la
Tierra.
¿Qué es, entonces, el “Día
de la Diversidad Cultural”? Se nos podría responder que es el día del “respeto”
por otras culturas, o, la celebración de los encuentros culturales, o, el día
en el que se celebra que se tiene respeto por culturas Otras y, por el Otro.
Pero… ¿Cuáles “otras culturas”? ¿Cuál Otro? ¿Aquel Otro que es Otro en tanto
que es semejante a mí? ¿O el Otro, con su piel, su carne, sus huesos, sus formas de existir? ¿Cómo se encuentran
esas culturas? ¿No se haya, acaso, detrás de ese “encuentro”, el día 12 de
octubre de 1492, la génesis del capitalismo, aquella que Marx nominó en tanto
“Acumulación Originaria”? El “Día de la Diversidad Cultural” ¿No es un disfraz
de la violencia sistémica? ¿No es una operación fetichista que esconde la
explotación del ser y de la Tierra?
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Siempre que algo se
muestra, algo se oculta; y paradójicamente, de eso que se muestra, hay algo que
no se ve. Tal es el funcionamiento de la Ideología. Mostrar ocultando, y, de
aquello que se muestra, vedar una arista.
Coincidimos con Lucio. Su
artículo “Lo dual ideológico como forma de lo no pensable” es una clara
explicitación del funcionamiento de la ideología.1
¿Qué es lo que se busca
ocultar detrás del muestrario ideológico? Y de aquello que se muestra ¿Qué es
lo que no se ve? ¿No está detrás de aquello, quizá, la
propiedad privada, cual Real lacaniano del capitalismo? ¿No se encuentra acaso
detrás del “Día de la Raza”, la misma violencia sistémica, que detrás del “Día
de la Diversidad Cultural”? ¿Hay alguna diferencia entre Cristóbal Colón y los suyos, que en tan solo tres meses
destruyeron a los Taínos, y, la “Barrick Gold”, “Chevrón” y Gustavo
Grobocopatel? ¿Por qué, pues, la ideología oculta lo que oculta?
La dialéctica del Amo y el
Esclavo hegeliana, en su lectura marxista, lleva dentro de sí la respuesta.
Lo que hace que el
Amo (Burgués) sea lo que es, es la
posesión de los medios de producción. El esclavo (proletario), en cambio, nada posee más que
su fuerza de trabajo; no tiene nada que perder, todo por ganar ¿Si se revela?
El Amo dejaría de existir.
Este Terror Ontológico se manifiesta a través
del aparato ideológico, cual guardián del status quo, en sus tres vertientes: El
Odio de clase, a través de la violencia indiscriminada (macrismo-golpes
militares).
El
populismo, donde la violencia sistémica se legitima a través de la
“beneficencia social” (Kirchnerismo-Peronismo).
El
cristianismo, donde la violencia se legitima a través del sufrimiento y
martirio, y los oprimidos reciben el fruto de la caridad –en esto en nada se
separa del kirchnerismo- representado hoy por el Papa Francisco.
¿Cómo desentramar entonces
al aparato ideológico? Haciéndole preguntas al sistema que no puede responder.
Preguntas en las que el sujeto exista.
Qué pasaría si…. Nomináramos
al 12 de Octubre en tanto “Día de la Reivindicación de nuestra Negritud” y si tomásemos como estandarte el artículo 14
de la Revolución Haitiana y dijésemos que: “Todos, sin importar el color,
cualquiera sea nuestro color: Somos Negros”
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Lacan nos dice en su
“Ética del Psicoanálisis” que “Marx aspira a un Estado donde la emancipación
humana no solo se producirá políticamente, sino realmente, y donde el hombre se
encontrará con respecto a su organización, en una relación no alienada”.
Nosotros también.
El 11 de Septiembre del 2001 se intentó borrar
a Salvador Allende; por esa extraña caución de la Historia -esa que Marx llamó
materialismo histórico- ese mismo día, el capitalismo fue castrado.
No tardará pues -no tiene que tardar- en repensarse desde
el clítoris orgásmico de la Tierra, el concepto de Revolución.
“La Naturaleza lucha
contra la explotación del proletariado” (Benjamin, Walter; Tesis de Filosofía de la Historia)
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